La vida es un ciclo: nacemos, crecemos, vivimos un tiempo determinado y morimos. Cada etapa existe para enseñarnos algo y con el nacer de cada una, existe esencialmente su fin o en otros términos, una despedida. Al escuchar la canción de Fito Paez que lleva este nombre, reflexioné sobre las despedidas que he vivido.
La despedida es un proceso
Despedirse es un acto que implica soltar. Bien lo dice el diccionario de la lengua española: renunciar a la esperanza de poseer o alcanzar algo. ¿Por qué soltar se acerca a la despedida? Porque implica una acción donde se reconoce el final de una situación o relación y así, desprenderse de eso que hacia parte de nuestro camino.
La despedida consciente vs la despedida prevista
Ya la vida ha previsto -e impuesto- ciertas despedidas: decir adiós a la etapa de estudios, cambiar de trabajo o de barrio, terminar una relación e incluso emigrar. Puede decirse que este tipo de despedida es mayoritariamente prevista pues, en el fondo, se sabe que debe suceder. Independientemente de si es elegidas o no, ella hace referencia al fin de un ciclo definido.
Por su parte, la despedida consciente es aquella que se escoge a un nivel de consciencia más profundo. En general, sucede porque es necesaria para el bien personal. Es posible que sea fruto de algo que ha generado contraste o malestar, incluso dolor. En todo caso, es una despedida cargada de aprendizaje porque implica el reconocimiento de la sabiduría interior y de vivir en el momento presente. Implica, además, un profundo amor propio donde prevalece el bienestar de sí mismo. Tomar consciencia del mal que se le hace al cuerpo o del bienestar emocional y así, apartarse de prácticas, hábitos, personas o situaciones por necesidad y decisión propia.
A mayor temor a la despedida, menor crecimiento
En la despedida hay un factor único: el apego. Vivir en el apego a las cosas, situaciones o personas debilita el crecimiento personal. Es en el apego donde reside el temor y donde, de una u otra manera, alguna parte del ser interior siente que no será feliz o suficiente sin aquello que le produce apego. Pero, ¿acaso no son más que ideas fundamentadas en el miedo? ¿No debería prevaler el amor propio por sobre todas las decisiones? La despedida implica una decisión: aquella de darle prioridad a tu ser, de amarte incondicionalmente.
Encuentra aquello de lo que deseas despedirte: puede ser una situación que decides ver con nuevos ojos, una persona de la que decides apartarte, objetos que llenan tu vida de acumulaciones innecesarias, hábitos que afectan tu cuerpo o tus relaciones inter personales…y por amor propio, cierra ciclos. Dale la bienvenida a todo lo que deba llegar.
Si sientes dolor por realizar una despedida, recuerda conectar con tu corazón, hacer ejercicios de mindfulness y fluir…
Si te sientes con baja energía, abre la puerta de la espiritualidad y déjate guiar…
Y si de casualidad crees que es imposible, recuerda que eres capaz de hacer lo inimaginable.
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