Siempre había querido irme a estudiar en el exterior.
Chile, Argentina y Estados Unidos…habían sido mis opciones. Nunca surgieron porque lo que sería perfecto para mí, llegaría unos años después.
Llegué a ganarme una beca en España, pero la rechacé con la certeza de que no me convenía. Y entre tanto, empecé a estudiar francés en mi natal Cali. Me enamoré perdidamente de su sonoridad. Cuando menos imaginé, estaba solicitando la visa de estudiante. Y en menos de una semana se confirmó mi viaje. Todo fue muy rápido.
Pero como me has leído: el alma sabe, siempre sabe.
Y así llegué a Lyon después de 3 aviones. El plan inicial era perfeccionar mi francés para poder realizar dos años de Maestría en Comunicación. Necesitaba un buen nivel, sino no pasaría las pruebas. Y bueno, la vida hizo que el cambio y la exigencia fueran perfectos.
Una semana después de llegar a Lyon vine a visitar Paris, la ciudad de mis sueños.
Desde ese instante empecé a visualizar: sabía que algún día viviría aquí.
Y así fue, 8 meses después iniciaba mi aventura en esta ciudad. Ella me ha dado aprendizajes que jamás habría imaginado tener y sobre todo, pulió mi conexión con eso que algunos llaman intuición.
Además, ella también me mostró toda la vida que ya no resonaba en mi interior y me motivó a cambiarla…cuando le dije que no era el momento, ella me dijo: es ahora o nunca.
Aquí estoy, amándola como se ama a una madre que te enseña
con paciencia y determinación.
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