Lealtad familiar: ¿qué es y cómo transformarla?

¿Crees que la lealtad familiar es hacer y ser todo lo que en tu familia te piden?

¿Te ha pasado que repites alguna historia familiar?…¿quizás son varias?
¿Por qué lo haces una y otra vez…y pareciera que no aprendes nada de las mismas situaciones?

Aun cuando el panorama se muestre desalentador, hoy quiero recordarte que sí es posible dejar de repetir. Sí es posible, requiere de valentía, mucho amor propio, accionar conscientemente y transformar en tu interior. Para que entiendas cómo llegamos a esta conclusión, hoy te hablo de la lealtad familiar y aprovecharé para responder la pregunta de una consultante: ¿podemos salir de la repetición familiar?

lealtad familiar

¿Qué es una lealtad familiar?

Es ser leal o fiel a la familia. Es decir que eres fiel a aquello que es dicho, decidido, opinado o hecho en tu familia. Por eso me has escuchado decir: heredamos mucho más que los rasgos físicos. Trata de buscar alguna situación donde opines o actúes como en tu familia. La lealtad pasa por lo que consumes, tus gustos, tu forma de ver la vida y mucho más. Ahora, no es que todo lo que creas sea una lealtad familiar, no. Es que des fuerza a esos dictámenes familiares por encima de lo que quieres, es tomar las voces familiares como ley de vida, sin permitirte explorar la que a ti te va. Te lo explico con un ejemplo: en una familia, todos son médicos y de repente, algún miembro decide no serlo. Si para esta persona la presión familiar es más importante que su deseo de hacer lo que quiere, es una lealtad familiar.  

¿Por qué repites? La lógica no lógica de la lealtad familiar.

La lealtad familiar surge porque existe una fuerza poderosa a la que todos tememos: la exclusión. Hay un precio importante a pagar cuando no eres leal a la familia: ser excluida, dejar de pertenecer…Muchas personas temen pagar ese precio porque viven desde la niña que desea reconocimiento, aprobación, cariño o, en otras palabras, porque esperan afuera lo que seguramente no se dan. Entonces, esto es un amor ciego e  infantil que, en resumen, es sufrimiento, un martirio, una renuncia a los deseos más íntimos y, por supuesto, privarse a sí mismo y de sí mismo. 

Repites porque te cuesta despedirte del mandato, porque temes que al hacerlo diferente te juzguen, critiquen e incluso, dejen de hablarte. Porque le has dado fuerza a los temores y heridas  infantiles en lugar de ocuparte de ti como la adulta que eres. Repites porque te ha costado tomar lo esencial del más maravilloso regalo que te han dado: tu vida. O porque sientes que al no ser leal, dejarás de tener familia. Y eso, mi querida, es un amor infantil, ciego y que, al final, te quita mucha fuerza vital.

¿Se puede salir de la repetición?

Sí, claro que sí. Entonces, ¿cómo hacerlo? 

Lo primero es tomar consciencia, es salirte de la visión de víctima, de autosabotaje o de sufrimiento…es permitirte trabajar en ti, dándote el permiso de transformarte. Es allí donde requieres valentía, amor propio y sabiduría. 

Valentía como la cualidad de un valiente que hace algo con valor, asumiendolo y viviéndolo en su interior. 

Amor propio para reconocer tus límites, saber qué quieres y qué no, con qué cuentas y qué necesitas desarrollar en ti.

Y sabiduría para escuchar y seguir los susurros de tu corazón y de tu alma, especialmente cuando surjan las críticas, cuando necesites ser prudente en tus pensamientos, emociones y actos y, sobre todo, coherente con lo que quieres.

Te repito algo que ya debes haber escuchado de mí: no estás condenada a nada. Estás constantemente llamada a una transformación. ¿Te atreves a vivirla?

¡Vive ya tu transformación personal!

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